martes, 26 de febrero de 2008

He cruzado océanos de vino para encontrarte

Un día mis ojos le otorgaron una belleza extraordinaria, que por supuesto no poseía, mi corazón pensó que había encontrado un domicilio definitivo, para que lo hecharan a patadas cuando puso un pie en el escalón de la entrada. Le regalé mi sonrisa, que no merecía. Le reproché mis lágrimas, de las cuales no era culpable. Lo justifiqué mil veces y ensordecí ante cien palabras de frialdad para aferrarme a una única demostración de cariño.
Y así como aquel día se instaló en mi mente afectandome por completo (mi cordura, mi personalidad, mi corazón, mi inteligencia, mi percepción) un día como cualquier otro me liberé.
Y vi en su rostro piel, carne, sangre y huesos.
Vi su fragilidad, su humanidad, vi a otro mas. Por primera vez lo perdí entre la multitud.

Así debe sentirse un preso que por mucho tiempo lo único que conoció fueron esas cuatro paredes y las detestaba. Estando afuera, este mar de posibilidades lo cohíbe, lo marea y lo confunde, pero afortunadamente solo por unos momentos.
Después respira ese aire nuevo y se siente entusiasmado frente al jardín salvaje, sabe que probablemente alguien lo muerda, que alguna enredadera lo haga caer, pero no se va a dar por vencido hasta encontrar ese fruto divino, ese árbol al que nunca se le acaban los manjares, al que va a regar y cuidar, para beneficiarse mutuamente.
El jardín salvaje asusta, pero cuando se encuentra algo bello y puro entre toda la maleza, vale la pena cuidarlo y protegerlo, los resultados son maravillosos. Lo sé.

sábado, 23 de febrero de 2008

Yo soy, yo soy, yo soy (los latidos de mi corazón)

Una gota de veneno pasa desapercibida en la bebida mas sabrosa, sin embargo, la corrompe en su totalidad (la imperfeccion presente en cada particula de mi ser).

Las olas del tiempo me acechan, me envuelven y me arrastran hacia la inevitable orilla mientras mi memoria toma nota de todo lo que me sucede pero en el apuro se le escapan muchas palabras.
"Solo quedaré yo, con mi debilidad, mis pedazos de recuerdos y un cuerpo perecedero."
Por suerte esta obsesión se traspapeló en el cajón del olvido y no me atormenta más por el momento.

Y ahora es cuando salgo de mi mente para mirar un poco alrededor y me encuentro con que todos salen disparados, me chocan y se pierden a lo lejos. La carrera ya empezó y, para variar, no escuché el "un, dos, tres... ¡ya!" y no hay juez con el que me pueda quejar.

miércoles, 20 de febrero de 2008

Don´t Look Back in Anger

Era uno de esos momentos en los que no hay absolutamente nada para hacer y solo queda lo que siempre se postergó, enfrentarse con uno mismo. Sacudirle un poco el polvo a la memoria para recordar cuales eran los escalones flojos pisados anteriormente y evitar caer en el mismo pozo por segunda, tercera o hasta cuarta vez.
Esta bien, tampoco es muy útil pasársela escarbando en el baúl mientras las personas entran y salen de la habitación, nos miran angustiadas preguntándonos si estamos bien y uno contesta que sí, que solo necesita mirar esa foto un rato más y releer esa carta y ya va a estar listo para zambullirse en el mundo social de vuelta. Mentira. Los días pasan y nosotros seguimos con la misma ropa, en nuestra habitación atemporal porque volver al mundo real significa aceptar que esa etapa ya terminó y no va a volver.
Los que aprendimos la inutilidad de esta deprimente situación sabemos que no hay camino fácil, o pasa un año y estás encerrado en un psiquiátrico releyendo las cartas, o te bañás, te cambiás, te peinás y salís a hacerle frente al eterno movimiento del afuera. Al principio es jodido sonreír y tenés la constante sensación de que estarías mejor y más seguro en la habitación atemporal. Pero un día algo cambia y hace que el pasado deje de ser el invisible acompañante del asiento delantero y vaya a donde debería estar, en el baúl, para que podamos olvidarnos de él cuando nos convenga y sacarlo algún día como este.
Porque si va a seguir acompañándonos por siempre y no hay forma de deshacernos de él, por lo menos que nos ayude a hacer las cosas mejor en el futuro.

lunes, 18 de febrero de 2008

Passive-Agressive


El muro nunca se me vino tan encima como en ese momento. Momento en el que solo atiné a cerrar los ojos y pedir que un milagro lo detuviera, si, uno nunca cree en milagros hasta que desea que estos sucedan. Y ahí quedó mi alma aplastada, pero a simple vista el extraño con el que se cruzó mi mirada por la calle podría decir que yo me encontraba perfectamente bien.
No se si alguna vez les ha ocurrido, salir a la calle siendo un cuerpo, solamente un cuerpo andante, dejando la mente, el alma y cualquier otra cosa espiritual que crean poseer, en otro lugar. Tomar el colectivo, viajar con la mirada perdida en el paisaje ya aprendido de memoria, bajar en alguna calle de aspecto amigable y caminar como llevados por una fuerza invisible. Mientras la mente va volviendo de a poco, mientras tomamos conciencia de los dolorosos hechos todavía recientes y nos sentimos como una cáscara vacía arrastrada por el viento. Entonces nos decimos que el muro no era tan pesado y que antes de darnos cuenta nuestro interior se va a calmar, y ese animal que me este arañando el pecho por dentro va a parar. Siempre para.
En esas escasas horas las emociones habían sido dueñas de la situación. Al principio rugía dentro mío una fiera mostrando los dientes y tirando de la frágil cadena que mantenía al resto del mundo a salvo de ella, mientras todas mis fuerzas de voluntad la sujetaban y trataban de calmarla, el otro ser con el que me encontraba la provocaba. Así fue como mis fuerzas de voluntad retrocedieron y dejaron que pasara lo inevitable. Directo al corazón a través de mi boca, palabras igual de letales como sus dientes. Perdí la cuenta de cuantas veces ataqué. Mi indeseada huésped, ya saciada, ahora gimoteaba como una cachorra observando su obra, lamía las heridas de su contrincante. Avergonzada, magullada por la pelea me miraba con los ojos grandes y llenos de culpa. Y yo cargo con ella en mi interior, trato de sacarla a pasear cuando esta de buen humor y en ese momento las personas hasta llegan a quererla, les parece graciosa, tierna, inofensiva. Eso hace que permanezcan a mi lado durante a un tiempo, hasta que muestra los colmillos y algo como esto ocurre.
Pero hace un año y medio hay una persona que la ama aun conociendo sus dos caras. Me ama aun sabiendo que esa bestia formará parte de mi por siempre.
Reflexionando sobre este último punto el animal deja de desgarrarme y yo me digo que el muro nunca es tan pesado como parece, ni el daño irreparable. Y me cruzo al mismo desconocido por la calle que me ve perfectamente bien como hace un rato, sin sospechar y sin importarle el gran cambio por el que pase hace solo unos instantes.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Daniel


Mira por la ventana mientras intenta retener las lágrimas, odia llorar en público y el maldito colectivo esta lleno. Intenta pensar en otras cosas, se le viene a la mente lo que le espera al llegar a casa, intenta pensar en la comida y en que tal vez se pueda tirar un rato en el sillón a mirar la tele. Pero no se puede engañar, sabe que al llegar le espera el malhumor de su madre y la limpieza del hogar. "Podría ser mucho peor" intenta consolarse, pero es en vano, ahora se esta odiando por ser tan sensible, esta odiando a su madre por no pensar que él también tiene problemas, que tuvo un día horrible en el colegio.
Todo era culpa de su padre, lo amaba, pero no podía evitar culparlo por todo, las cosas serían muy diferentes si el estuviera presente en su vida. Pero se había divorciado de su madre cuando él tenía tres años, se había ido a vivir a otro país y había vuelto unos años atrás para instalarse a unas ciudades de distancia, visitándolo solo cinco veces en los últimos quince años, las últimas tres visitas fueron recientes y él, ya crecido y como el buen chico educado y maduro que pretendía ser, le contaba que le iba muy bien en el colegio, los libros que había leído, como ayudaba a hacer las compras y la limpieza a mamá, como el marido de su madre se portaba bien con él y le había comprado una bicicleta el mes pasado. Se lo contaba sin ganas, por obligación, le contaba todas esas estupideces sin importancia cuando en realidad su niño interior quería golpearlo y patearlo, llorar y gritar como loco reprochándole todo. Pero no, él hablaba de cuanto le gustaba Tolkien y el padre asentía feliz, recordando quizá su único momento como buen padre hace muchos años, cuando le leía a Tolkien a su hijo de dos años y a su sobrina de un año. Los niños no reprochaban, quizá no entendieran mucho de lo que estaba diciendo pero escuchaban felices, con esa felicidad que sienten los niños cuando un adulto les dedica tiempo y disfruta haciéndolo.
Su prima, pensó en su prima a la que no veía hace dieciséis años. "¡Mamá! ¡MAMÁ! Daniel... ¡Daniel rompió la torre!" Lloraba la niña señalando el montón de ladrillitos desparramados por el piso "¡Daniel! ¿Otra vez? Mira que sos malo, viniste con el triciclo especialmente para tirarle la torre" se cansaba de repetir la madre mientras le causaba gracia la cara de inocencia del nene "Yo no la vi... yo no me di cuenta" decía Daniel sin poder ocultar una sonrisa. Eso era todo lo que sabía, eso era lo que le había contado su abuela paterna que vivía con su padre a unas ciudades de distancia. Tenía fotos, si. Todas sacadas en el mismo año y medio, ese año y medio que visto por fotos parecía una infancia perfecta si se hubiera prolongado mas. La nena de un año sonriendo para la cámara y él atrás con su triciclo. Él abrazando a la nena delante del árbol de navidad. Él y la nena en la nieve. Ahora debía tener diecisiete años, uno menos que él. Pero claro, su vida era distinta, más fácil. Cuando su padre venía a visitarlo hablaba mucho de ella, casi parecía que en sus años en ese país había volcado el amor que le pertenecía a él en su prima. La llevaba al cine, le compraba chocolates, la llevaba al parque de diversiones, pasaban las navidades juntos.
Basta. Se decía. "Estas sintiendo celos, te estas comportando como un nene rencoroso, los idiotas del colegio te ponen así". Sólo porque leyó un libro que lo dejó fascinado y sintió la necesidad de compartirlo con los demás para que también lo disfruten ahora lo llamaban profesor. Ahora no le hablaban si no era para burlarse, ahora se sentaba solo, comía solo y cada minuto que antes volaba parecía ser eterno si escuchaba unas risas proveniente de su antiguo grupo. Claro, se había juntado con esos estúpidos, había perdido la confianza de su madre, había vomitado hasta no tener más en el estomago, había mentido, había bajado sus notas, se había expuesto a terminar siendo un alcohólico como su padre.
¿Y para qué? Para sentirse mas grande, porque lo necesitaba, tal vez porque sus hormonas adolescentes pedían un poco de descontrol en esa vida aburrida y reprimida que llevaba.
Se bajó del colectivo, y mientras caminaba hasta su casa pensaba que su prima a un océano de distancia no tenía la menor idea de lo que era sentirse así, que debía ser una estúpida malcriada y que seguro ni se acordaba de que tenía un primo llamado Daniel.

lunes, 11 de febrero de 2008

Bullet With Butterfly Wings

Cruzo el arroyo que me moja los pies descalzos con agua helada. Voy cantando la canción que siempre se me viene a la mente cuando estoy así, esa de los Smashing que dice "a pesar de toda mi rabia sigo siendo solo una rata en una jaula" . Siempre la canto cuando me siento impotente frente a algo y estoy lista para hacer un cambio. Pero nunca lo hago, solo escribo y olvido mi impotencia .
Ningún pensamiento en mi mente, solo un objetivo y lo tengo muy claro.
Llego al pie de la colina y comienzo a escalarla como solía hacerlo de pequeña.
El pasto esta húmedo por el rocío y mis manos se resbalan. Caigo, observo el cielo acostada en la tierra, suspiro y me incorporo sin mucho esfuerzo. Generalmente, ante la primer caida lloraría, pensaría que todo es el triple de difícil para mi, también pensaría en todos los malditos que consiguen las cosas facilmente, me diría a mi misma que las cosas son así y volvería a mi cómoda jaula a compadecerme de mi misma y anhelar libertad. Pero no, me doy asco a mi misma cuando me comporto así. Ya no más, me lo prometo.
Los últimos pasos son los que más deberían costar, pero ya no le hago caso a mi cuerpo.
Llego a la cima y miro al pueblo domido, al cielo recién amanecido.
Lleno mis pulmones de aire y grito como nunca grite en mi vida. Todos mis deseos mas oscuros, mis miedos mas profundos, mis rencores, mi dolor. Por una vez yo desnuda ante el mundo, no lo que creen ver, no lo que quiero mostrar, simplemente yo en mi totalidad.
Por que de tanto guardar y guardar, el baul de mi mente ya no cierra, porque hay cosas hermosas que no merecen estropearse, perder su brillo y su belleza original. Por que hay cosas horribles que no quiero que se pudran ahí y apesten todo el lugar.
Por que a veces es mas fácil compartir el alma con cien extraños que con un conocido.

Porque no voy a dejar que nada más muera en mi memoria sin ser expresado.

martes, 5 de febrero de 2008

Soy una guerra de cabeza contra corazón

No. Otra vez no. Caer de nuevo en la grieta de mi propio sistema. El error inicial es siempre el mismo, creer que poseo auto control. Creer que puedo engañar a mi mente, pero ella se aferra a esos pensamientos que trato de tirar a la basura. Forcejeo. Por favor, quiero deshacerme de ellos, quiero paz. Ella me responde que también quiere paz, que no soporta más que las ilusiones que por momentos cree verdaderas yo las borre de un instante a otro y la deje sola con la vacía realidad, tan diferente de ese otro mundo. No soporta más mis fantasías. En las que creo mundos paralelos y hermosos. En los que yo elijo el contexto, los personajes y sus comportamientos. Oh, somos tan felices mi mente y yo en esos momentos.
Pero después debo tomar el control y decir "Basta, hay un mundo real ahí afuera" y ella se aferra a esas ilusiones, llora y gimotea como un niña caprichosa.
"¿Porqué no puede ser así?" me pregunta con los ojos vidriosos. No se que contestarle, a veces todo me desborda y simplemente es mucho más gratificante pasar tiempo en ese universo paralelo.
"Todo es mas bello en los sueños", me susurra al oido mientras me acaricia el pelo y limpia mis lágrimas. Mi mirada perdida lo dice todo, me atrapó otra vez.

viernes, 1 de febrero de 2008

Valentina

Invierno de 1944. Valentina mira caer la nieve por la ventana, tres de sus hermanos mayores todavía duermen, pero ella no, con sus dos años se había despertado hace pocas horas y observaba quieta a su madre que entre atender los pedidos de sus demás hijos, limpiar la casita y encontrar algo para desayunar todavía no se había dado cuenta que Valentina estaba despierta.
No se le podía reprochar nada a la mujer. Su esposo había partido hace un año ya, a la guerra. Hace un año tambien se llevó su mirada, que cada tanto se perdía por la ventana esperando ver una sombra que se hiciera mas nitida al acercarse, luego lo reconocería, correría hacia el y todo volvería a ser como antes. Pero no. Sacudió la cabeza para alejar ese pensamiendo que le daba vueltas todo los días desde hace un año. Suspiró y reparó en Valentina que la observaba pacientemente sentada en el piso. "Ya era hora de que te levantaras" le dijo, la levantó del suelo y procedió a lavarle el pañal de tela. Valentina obsevaba, siempre obsevaba todo y nunca decía una palabra. La madre estaba procupada, no era normal que una niña que estaba rodeada de chicos de su edad no hubiera dicho nunca una palabra.
De repente escuchó algo que la dejó helada. Golpeaban la puerta. Sí, con ese frío, la nieve, el viento y a esas horas de la mañana alguien estaba en su puerta golpeando frenéticamente. "Los alemanes", pensó, de vez en cuando venían a robarle lo poco que tenía, como si no fuera suficiente todo el dolor que ya habían causado en su vida. Mas golpes. "¡Váyase!" gritó. "Por favor, por favor..." Era su idioma, y además, la voz de un hombre. Más desconcertada estaba todavía... podía ser él. No. Pero si era... Los golpes no cesaban y las súplicas tampoco. Tomó aire y se dirigió a la puerta, la destrabó y la abrió lentamente. Un hombre de la edad de su esposo la miraba temblando de pies a cabeza, el hombre entró ni bien ella abrió la puerta y la cerró detrás de si. La miró a los ojos muerto de miedo y comenzó a explicarse lo mejor que el hambre, el sueño, el cansancio y el frío podían permitirselo. " Los alemanes me persiguen... ya vienen... por favor, ayudeme, me tenían prisionero... y escapé, pero si me hace pasar por su esposo no me llevarán, por favor, por favor..." Ahora la mujer estaba muerta de miedo, si la encontraban escondiendo a ese hombre podía considerarse muerta, pero no tuvo tiempo para pensarlo porque de nuevo escucho golpes en la puerta. Esta vez debían ser los alemanes, sin duda. Miró a sus hijos y les dijo "Niños, este es su padre", los más pequeños no lo recordaban bien y le creyeron. Los mas grandes entendieron por su mirada que no había que discutir. Abrió la puerta y vió a dos soldados alemanes que entraron como siempre lo hacían, como si fueran dueños de la casa. Miraron al hombre y a la mujer " Estamos buscando a Viktor Macovsky, ¿Lo conocen?" La mujer suspiro por dentro, era evidente que los soldados no conocían al prisionero, solo sabían su nombre. "No, señor, este es mi esposo y estos son mis hijos: Valentina-" El soldado que no había hablado la interrumpió, miró al hombre fijo, vió la nieve en su gorro, y sus mejillas y nariz rojas. Lo fulminó con la mirada "¿Es usted Viktor Macovsky?" "No, señor, esta es mi casa, mi mujer y mis hijos". Pero el soldado no se iba a quedar satisfecho con esa respuesta, miró a los niños y se le acercó al mayor "¿Es este tu padre?" "Sí, señor" Dijo el niño sin temblarle la voz. Se acercó al niño de unos seis años que tenía a a su derecha "¿Este es tu padre niño? ¿Estas seguro?" "Sí, señor". Y así les preguntó a todos hasta llegar a Valentina. La madre entrelazó las manos para disimular su temblor "Tiene dos años, no habla, señor, se lo ruego-" "Si es su padre, la niña lo dirá. ¿Este hombre es tu papá?" Valentina lo observó por unos segundos, siempre observaba y nunca decía una palabra. Se levantó del suelo, gritó "¡Papá!" y corrió a abrazarlo. Los alemanes se dieron por satisfechos y se retiraron.
Y Valentina siguió abrazando a ese hombre que le debía su vida.


Mi abuela Valentina es sin dudas una persona muy especial.