viernes, 1 de febrero de 2008

Valentina

Invierno de 1944. Valentina mira caer la nieve por la ventana, tres de sus hermanos mayores todavía duermen, pero ella no, con sus dos años se había despertado hace pocas horas y observaba quieta a su madre que entre atender los pedidos de sus demás hijos, limpiar la casita y encontrar algo para desayunar todavía no se había dado cuenta que Valentina estaba despierta.
No se le podía reprochar nada a la mujer. Su esposo había partido hace un año ya, a la guerra. Hace un año tambien se llevó su mirada, que cada tanto se perdía por la ventana esperando ver una sombra que se hiciera mas nitida al acercarse, luego lo reconocería, correría hacia el y todo volvería a ser como antes. Pero no. Sacudió la cabeza para alejar ese pensamiendo que le daba vueltas todo los días desde hace un año. Suspiró y reparó en Valentina que la observaba pacientemente sentada en el piso. "Ya era hora de que te levantaras" le dijo, la levantó del suelo y procedió a lavarle el pañal de tela. Valentina obsevaba, siempre obsevaba todo y nunca decía una palabra. La madre estaba procupada, no era normal que una niña que estaba rodeada de chicos de su edad no hubiera dicho nunca una palabra.
De repente escuchó algo que la dejó helada. Golpeaban la puerta. Sí, con ese frío, la nieve, el viento y a esas horas de la mañana alguien estaba en su puerta golpeando frenéticamente. "Los alemanes", pensó, de vez en cuando venían a robarle lo poco que tenía, como si no fuera suficiente todo el dolor que ya habían causado en su vida. Mas golpes. "¡Váyase!" gritó. "Por favor, por favor..." Era su idioma, y además, la voz de un hombre. Más desconcertada estaba todavía... podía ser él. No. Pero si era... Los golpes no cesaban y las súplicas tampoco. Tomó aire y se dirigió a la puerta, la destrabó y la abrió lentamente. Un hombre de la edad de su esposo la miraba temblando de pies a cabeza, el hombre entró ni bien ella abrió la puerta y la cerró detrás de si. La miró a los ojos muerto de miedo y comenzó a explicarse lo mejor que el hambre, el sueño, el cansancio y el frío podían permitirselo. " Los alemanes me persiguen... ya vienen... por favor, ayudeme, me tenían prisionero... y escapé, pero si me hace pasar por su esposo no me llevarán, por favor, por favor..." Ahora la mujer estaba muerta de miedo, si la encontraban escondiendo a ese hombre podía considerarse muerta, pero no tuvo tiempo para pensarlo porque de nuevo escucho golpes en la puerta. Esta vez debían ser los alemanes, sin duda. Miró a sus hijos y les dijo "Niños, este es su padre", los más pequeños no lo recordaban bien y le creyeron. Los mas grandes entendieron por su mirada que no había que discutir. Abrió la puerta y vió a dos soldados alemanes que entraron como siempre lo hacían, como si fueran dueños de la casa. Miraron al hombre y a la mujer " Estamos buscando a Viktor Macovsky, ¿Lo conocen?" La mujer suspiro por dentro, era evidente que los soldados no conocían al prisionero, solo sabían su nombre. "No, señor, este es mi esposo y estos son mis hijos: Valentina-" El soldado que no había hablado la interrumpió, miró al hombre fijo, vió la nieve en su gorro, y sus mejillas y nariz rojas. Lo fulminó con la mirada "¿Es usted Viktor Macovsky?" "No, señor, esta es mi casa, mi mujer y mis hijos". Pero el soldado no se iba a quedar satisfecho con esa respuesta, miró a los niños y se le acercó al mayor "¿Es este tu padre?" "Sí, señor" Dijo el niño sin temblarle la voz. Se acercó al niño de unos seis años que tenía a a su derecha "¿Este es tu padre niño? ¿Estas seguro?" "Sí, señor". Y así les preguntó a todos hasta llegar a Valentina. La madre entrelazó las manos para disimular su temblor "Tiene dos años, no habla, señor, se lo ruego-" "Si es su padre, la niña lo dirá. ¿Este hombre es tu papá?" Valentina lo observó por unos segundos, siempre observaba y nunca decía una palabra. Se levantó del suelo, gritó "¡Papá!" y corrió a abrazarlo. Los alemanes se dieron por satisfechos y se retiraron.
Y Valentina siguió abrazando a ese hombre que le debía su vida.


Mi abuela Valentina es sin dudas una persona muy especial.

6 comentarios:

KAZ dijo...

¿En serio fue así? :)

Muy bien escrito, gracias por pasar y yo seguiré pasando...

::: GørgôrøtH ::: dijo...

myfairy, le habra dicho ese hombre a tu abuela, y a vos te llego un poco variado el nick!, jej, muy buena historia, no importa si es real o no, pero yo creo que si!

Julián Torrado dijo...

Aiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii
Tengo que decir que volverlo a leer me hace correr un frío por la espalda impresionante...¿Y al hombre nunca mas lo vieron?

Anónimo dijo...

nanu nanu nanu mi querida y hermosisa amiga que se sienta atras mio en el aula de la apestosa sagrada familia.
ya sabes mi madre lo leyo, un poco mas mi familia ( ah re) ja
siempre dije que tenes una personalidad hermosa, que tenes mucho para dar atravez de los escritos. segui asi, hace lo que te gusta. te adoro mucho, sos muy importante para mi, acordate de eso... SIEMPRE!

Alejandro the Kitsune-san dijo...

lindo blog pasare mas seguido espero que vos tb no tengo mucho que ofrecer pero podemos hablar de mil cosas nuestros gustos son similares

EL.ESKRIBIDOR dijo...

Señorita Mayfair:
Me reitero en lo dicho me gusta tu estilo, relatas algo que por esta tierra no creas que esta tan lejos, ni en el tiempo, ni en la persona, y son heridas que a pesar del tiempo ya largo trascurrido siguen estando presentes y abiertas. Pero con una diferencia, no eran alemanes contra polacos o cualquier otro de los países que invadieron, si no españoles contra españoles y con la saña con la que solo los españoles somos capaces de agredirnos. Créeme se muy bien de lo que hablo. Un saludo para ti y otro para tu abuela si es real y vive, y si no, un sentido recuerdo para los muchos a los que les toco vivir la experiencia.